El dia que me caí del paro de cabeza.

“Tu cuerpo es templo de la naturaleza y del espíritu divino. Consérvalo sano; respétalo; estúdialo; concédele sus derechos”

Henri Frederic Amiel

El día que me caí fue el día menos pensado. Estaba teniendo una práctica buenísima, el shala estaba que parecía India del calor que hacía y de la cantidad de gente que había. Yo había llegado temprano, colocado mi mat y esperado y tranquila el inicio de la clase.

Desde el segundo surya namaskar empecé a transpirar copiosamente. Estrenaba mat, el que había curado con sal unos días atrás pero aun así estaba resbaloso. Así que rápidamente luego de sentir en las prasaritas que tenía que clavar las uñas (que no tengo) de los pies para afianzarme al suelo, coloque la yoguitoes antes de terminar de trompa en el piso.

Seguí mi práctica lo más bien, el cuerpo estaba elástico y fuerte, mi mente despejada y estaba disfrutando el momento….no recuerdo haber sacado la mirada de mi mat ni una sola vez…no recuerdo haberme distraído con nada.

Recibí un par de asistencias nuevas, sutiles y gloriosas que agradecí con el corazón saltando en una pata. Recupere el equilibrio que me faltaba desde hacía un mes un usshita hasta padangustasana….fraccione la primer serie donde más me gusta hacerlo y pase a la segunda….todo viento en popa.

Comienzo la serie de cierre…una vez más compruebo que recupero la capacidad de hacer los dropbacks (luego de dejar de hacerla debido a la hernia de disco) y que estoy mejorando la fuerza abdominal en la subida ya sin ladear el cuerpo, con menos esfuerzo y mucho más control. F e l i ci d a d.



Llego el momento….Yo tengo un toc… con el paro de cabeza…es verdad. Si lo hago contra la pared a modo de re-aseguro subo como una yogui hecha y derecha…ni la toco (a la pared). En cambio sí subo como corresponde…sin la pared delante….se me acelera un poco (poco mucho) el corazón…tiendo a querer flexionar las piernas en la subida porque no confío en mis abdominales; se me nubla la vista (vale aclarar que soy miope desde los 18 y uso lentes de contacto), hasta que me obligo a hacer foco, tengo que recordar no perder la respiración y me hago trampa…no cuento hasta 25…cuento hasta 5…y otra vez hasta 5…y otra vez…y así…para engañar a mi cerebro que le dice a mi cuerpo en la respiración numero 11…que «ya está», «no das más», «no aguantas más”, “listo…dale baja…hasta acá vos podes…mas no».

Esta vez…estaba en un taller de profundización de pranayama…no iba a usar la pared…había 40 personas…no quedaba bien y además, si, además venía haciéndola sin la pared desde hacía tiempo.

Así que me rete a mí misma a cortarla con «la psicológica» y subir como manda Pattaby, Iyengar…Krishnamacharya o a quien sea que se le haya ocurrido y fundamentado por qué andar cabeza abajo es bueno para la salud. (otro día te cuento o googlealo, es más rápido).



Subí. Empuje con los codos…despegue apenas la cabeza, respire hasta 15…aplauso medalla y beso….baje.

Charan!!.



Instructor:- «A partir de ahora…arrancamos el cierre…lo voy a guiar…los que ya estén haciéndolo vuelvan a empezar».

Veka: (piensa) Ok…no hay problema

“Existen en nosotros varias memorias. El cuerpo y el

espíritu tienen cada uno la suya.” Honore de Balzac



Y ahí vamos…sarvangasana (o vela) 25…30 respiraciones…se me enfrían los pies…se me acaba la fuerza de abdomen…sostengo…sostengo….

Halasana (harado) y bla..bla…bla.

Sirsana

Eh….me quedara una gota de energía? Probemos. Vamos…es un. Asana fundamental para pranayama….sin pared, eso sí.

Lo intento, pero siento como ya no me queda la suficiente fuerza, sin embargo me parece que puedo intentarlo nuevamente. Me concentro, preparo los bandas (ombligo adentro, perineo arriba)… subo… vamos bien, un poco de zozobra pero nada del otro mundo, nada que no haya pasado antes.

Subo, intento alinear y siento como los brazos están gomosos…si, esa era la sensación, pero el problema mayor es que en el esfuerzo de subida, las abdominales se agotaron del todo y la pierna se me va hacia el otro lado, sin la chance de poder alinearla, pum! Al piso.

De repente estaba acostada boca arriba, con los pies apoyados (casi lista para hacer medio puente).-

No me golpee…no me golpee nada ni golpee a nadie (que hubiera sido lo peor) pero es que el cuerpo supo que hacer para caer, pues yo en esa instancia no tuve ni tiempo de pensar, mucho menos de registrar que es arriba y que es abajo.

Me reí, bajito para no molestar…apenas escuche un “ay” de la chica del mat de al lado. Me senté, mire el salón…. Nadie estaba mirando, cada uno estaba en lo suyo. Ni ruido hice cuando caí.

Lo volví a intentar… pero contra la pared… el orgullo no me dejaba quedarme así, ahí nomás… pero no hubo caso… las abdominales mandaron a freír churros a mi orgullo y dijeron “no vas más!”

Y acá estoy, contándotelo a vos.

Me maravillo como el cuerpo supo encontrar el equilibrio en el desequilibrio, como la espalda y su flexibilidad jugaron a favor para no caer recto, como los pies apenas tocaron el piso, pusieron en funcionamiento los cuádriceps para que no colapsara la cintura, como la articulación de los hombros roto lo suficiente para permitirme mover los brazos sin lastimarme en lo más mínimo.

Claro que el miedo no es sonso y ahora vuelvo a la pared, sigo sin tocarla pero está ahí para mí. Voy recuperando de apoco la confianza en que puedo equilibrar…

Me quede pensando luego, que nunca estamos exentos de caernos, tropezarnos, ni siquiera de lastimarnos, pero si podemos elegir como responderá nuestro cuerpo cuando eso pase. Cuando entrenamos nuestro cuerpo, lo cuidamos, lo fortalecemos, lo elongamos, lo alimentamos adecuadamente, él está ahí para nosotros. Es nuestro templo, nuestro hogar, nuestro vehículo en esta vida, nuestro envase. Merece toda nuestra atención y nuestro más absoluto respeto.

En sánscrito, salamba significa soporte, sirsa cabeza y asana postura. Esta es una de las inversiones de yoga que podemos realizar diariamente para lograr un equilibrio tanto físico como mental. La práctica regular de esta postura ayuda a abrir el chakra Sahasrara, el chakra de la corona, el cual estabiliza la glándula pituitaria, y es el centro de la sabiduría y la espiritualidad. Los beneficios que aporta esta inversión son muchos. El parado de cabeza invierte el flujo de sangre en nuestro cuerpo. Salamba Sirsasana I es una postura que se recomienda practicar con regularidad, ya que al tener la corona de la cabeza en el suelo, se rejuvenece el suministro de sangre hacia el cerebro, se oxigena los tejidos, mejora la digestión e incrementa la memoria. Además, estamos más conectadas con la tierra. Esto nos ayuda restaurar nuestra energía y liberarnos del estrés. Las personas con presión arterial alta, conjuntivitis, dolor de cabeza, glaucoma, ciclo menstrual, hernias, lesión en el cuello y espalda o alguna condición cardíaca, no pueden realizar inversiones.

“La vida sólo es soportable cuando el cuerpo y el alma viven en perfecta armonía, existe un equilibrio natural entre ambos y se respetan recíprocamente.” David Herbet Lawrence


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